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¡Solo con la Time Out Box disfrutarás de un 50% de descuento en 10 de los mejores restaurantes de Barcelona!
Producto agotado
La oferta era tan buena que se han agotado las existencias.
¿Cómo funciona?
- Coge la tarjeta del restaurante que más te apetezca.
- Una vez allí, elige los platos de carta que quieras: los tendrás todos con un 50% de descuento (comida para dos personas, bebidas excluidas).
- Cuando te traigan la cuenta, enséñales la tarjeta.
- Empieza a pensar en el siguiente restaurante que probarás.
¡Te quedarán 9!
Condiciones legales:
Válido desde el 1 de octubre de 2022 al 31 de diciembre de 2023
Promoción válida sólo para dos personas.
Ver las condiciones legales aquí.
¡Estos son los 10 restaurantes de la Box 2023!
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JOK
Cocina catalana viajada en un espacio especial, sorprendente. JOK es el acrónimo de sus propietarios (el periodista Joan Maria Pou y el empresario Oriol Badia) y el restaurador Kim Díaz. A los fogones, la chef Olga Starnari, en sala, Mainard Aparisi, y en la coctelería, Adrián Batlle. Desde el primer momento Marta Raso os atenderá para que no os falte de nada. ¿Quieres unas gambas con chocolate para chuparse los dedos? ¿Quieres un cóctel equilibrado y hecho a medida y que te lo expliquen? ¿Quieres disfrutar de una cocina catalana abierta al mundo y regada con vinos de la tierra? JOK es tu sitio
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Fat Barbies
Fat Barbies Muntaner exhibe toda la potencia de su hermano pequeño, pero más y mejor: estamos en un local enorme y bonito, todo piedra y madera, presidido por una máquina de ahumar de hierro colado, un horno y una parrilla de leña. La cocina de Juan Martini se basa en la creatividad y el sabor máximo a través del primitivismo y el fuego. Éste es un restaurante de carne –ecológica y de proximidad– donde cada pieza sale de la cocina después de horas de paciencia, humo y fuego. Un ejemplo son sus chuletas de ternera de vaca Salers, una explosión de sabor con más de 15 horas de cocción.
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Fat Veggies
Tras el éxito de Fat Barbies hay unas guarniciones vegetales extraordinarias. Tanta entidad tienen, que el chef Juan Martini decidió aplicar esta filosofía a un restaurante vegetariano: aquí, además de fuego y brasa, aplica a las verduras fermentación y confitado. Y ha logrado una cocina vegetal inspirada, compleja y satisfactoria. Un buen ejemplo es su fantástico plato de remolacha: la remolacha con queso labnhe de cabra, donde todo se aprovecha –la raíz ahumada y braseada, el tallo fermentado y las hojas a la brasa– es un poema con sabor a territorio y múltiples texturas.
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Durango Diner
Éste es el proyecto más excesivo y personal de los hermanos Alam, que han triunfado por todas partes con The Fish and Chips Shop: Durango Diner es el cruce de un restaurante urbano estadounidense con la estética de los cowboys y la frontera (¡pero estética de cowboy queer de Warhol!). A la práctica, es una cocina que fusiona platos de Estados Unidos y México sin ortodoxias, con resultados que dan saliva y una mano excelente (el cocinero es mexicano). Como un poo’boy, picante bocadillo del sur de EEUU en el que la ostra rebozada sustituye a la habitual gamba, o una doble smash burger junto a una langosta en la mantequilla. La coctelería, marca de la casa, es magnífica.
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Leche de Tigre
Leche de Tigre, con el cocinero peruano Dieter Westphalen al frente, tiene una carta que resume de forma modélica la enorme cocina peruana: encontraréis desde la influencia nikkei –los cebiches son muy variados y excelentes, hasta la china, pasando por un buen piqueo criollo–suculenta mezcla de entrantes– y, sobre todo, la cocina popular. No se nos ocurre ningún sitio mejor para zamparse a gusto especialidades como un lomo saltado –ternera salteada al wok, con patatas fritas y arroz– y disfrutar de una barra de coctelería peruana que es de las mejores de la ciudad.
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Casa Ràfols
Un urbanita necesita dos cosas: buena comida y una ferretería. En Casa Ràfols ahora solo está lo primero; pero de 1911 a 2013 fue una ferretería, con la particularidad de que su sótano ejerció de comedor clandestino durante la Guerra Civil. En 2019, se convirtió en el restaurante que el sótano soñaba. Y ha merecido la pena; ya no hay caracoles ni llaves Allen, pero su magnífica cocina catalana, con elaboraciones cien por cien caseras y hechas desde cero, te dejan fino y bien arreglado, con platos como sardinas marinadas en casa o pulpo a la parrilla con Parmentier.
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Cafè del Centre
Esta joya modernista puede presumir de ser el café en activo más antiguo de la ciudad: ¡desde 1873! Y la buena noticia es que ahora es un gran restaurante gracias a La Confiteria, expertos en restauración de locales con caché. La primorosa regeneración de la madera y el espacio –una barra de 1960, pinturas de Martí Teixidó...– se corresponden con una carta a cargo del chef Víctor Ferrer, llena de cocina catalana suculenta, de buen producto y juguetona. No os perdáis joyitas como las crestas de butifarra negra, el cogote de cerdo guisado (¡cocochas porcinas!) o un fenomenal rosbif con chimichurri picante.
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Xemei
A pocos restaurantes les pega tanto el apelativo de clásico moderno. Cuando abrió el Xemei de los gemelos venecianos Colombo, la comida italiana en Barcelona era casi sinónimo de pasta a la boloñesa y pizza. Gracias a ellos, descubrimos que la cocina transalpina es un universo de sabores rotundos, y qué son las sarde in saor o el bacalao mantecato. Pasan los años, y ellos afinan la búsqueda del producto perfecto y el lugar mantiene todo su encanto: el ambiente de taberna vintage, la hiperactividad de los xemei, las camareras que hablan por los codos y unos platos buoni, buoni, buoni.
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Bodega Bonay
El chef Giacomo Hassan define la identidad culinaria de la Bodega Bonay –un templo de los vinos naturales, con 200 referencias– de la mejor forma posible: con la mínima manipulación de un producto excelente. Su cocina es mediterránea y de estricta temporalidad, y la ejecución de enunciados de platos aparentemente sencillos (ternera a la brasa con ensalada) cambia las expectativas: siempre porque Hassan potencia su sabor, nunca para traicionar su esencia. Comer aquí es realizar un viaje de creatividad tranquila por todo el arco mediterráneo, de Marruecos a Italia, pasando por Barcelona.
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Comida Codac
Aquello no era una pipa, y eso no es un restaurante. No cómo los conoces. Comida Codac es una galería gastronómica en la que Miquel Coulibaly crea y exhibe/sirve sabores y texturas por temporadas. Todo conceptualizado desde cero: nada de lo que comeréis aquí existía antes. Ni fusiona cocinas ni hace trampantojos: os llegará a la mesa una colección de once platos (colección larga) u ocho (corta) en las que plasma los sabores y texturas que les pasan por la cabeza. Como un merengue de bacalao o unos prepostres de musgo verde. Arte y artesanía: no usa ningún tipo de químico o texturizante, sólo grasas y almidones naturales. Y hasta la vajilla la ha hecho el mismo. Disfrutad del viaje.
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