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¡Solo con la Time Out Box disfrutarás de un 50% de descuento en 10 de los mejores restaurantes de Barcelona!

Producto agotado

La oferta era tan buena que se han agotado las existencias.

¿Cómo funciona?

  1. Coge la tarjeta del restaurante que más te apetezca.
  2. Una vez allí, elige los platos de carta que quieras: los tendrás todos con un 50% de descuento (comida para dos personas, bebidas excluidas).
  3. Cuando te traigan la cuenta, enséñales la tarjeta.
  4. Empieza a pensar en el siguiente restaurante que probarás.
    ¡Te quedarán 9!
 

¡Estos son los 10 restaurantes de la Box 2023!

  • JOK

    Cocina catalana viajada en un espacio especial, sorprendente. JOK es el acrónimo de sus propietarios (el periodista Joan Maria Pou y el empresario Oriol Badia) y el restaurador Kim Díaz. A los fogones, la chef Olga Starnari, en sala, Mainard Aparisi, y en la coctelería, Adrián Batlle. Desde el primer momento Marta Raso os atenderá para que no os falte de nada. ¿Quieres unas gambas con chocolate para chuparse los dedos? ¿Quieres un cóctel equilibrado y hecho a medida y que te lo expliquen? ¿Quieres disfrutar de una cocina catalana abierta al mundo y regada con vinos de la tierra? JOK es tu sitio
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  • Fat Barbies

    Fat Barbies Muntaner exhibe toda la potencia de su hermano pequeño, pero más y mejor: estamos en un local enorme y bonito, todo piedra y madera, presidido por una máquina de ahumar de hierro colado, un horno y una parrilla de leña. La cocina de Juan Martini se basa en la creatividad y el sabor máximo a través del primitivismo y el fuego. Éste es un restaurante de carne –ecológica y de proximidad– donde cada pieza sale de la cocina después de horas de paciencia, humo y fuego. Un ejemplo son sus chuletas de ternera de vaca Salers, una explosión de sabor con más de 15 horas de cocción.
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  • Fat Veggies

    Tras el éxito de Fat Barbies hay unas guarniciones vegetales extraordinarias. Tanta entidad tienen, que el chef Juan Martini decidió aplicar esta filosofía a un restaurante vegetariano: aquí, además de fuego y brasa, aplica a las verduras fermentación y confitado. Y ha logrado una cocina vegetal inspirada, compleja y satisfactoria. Un buen ejemplo es su fantástico plato de remolacha: la remolacha con queso labnhe de cabra, donde todo se aprovecha –la raíz ahumada y braseada, el tallo fermentado y las hojas a la brasa– es un poema con sabor a territorio y múltiples texturas.
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  • Durango Diner

    Éste es el proyecto más excesivo y personal de los hermanos Alam, que han triunfado por todas partes con The Fish and Chips Shop: Durango Diner es el cruce de un restaurante urbano estadounidense con la estética de los cowboys y la frontera (¡pero estética de cowboy queer de Warhol!). A la práctica, es una cocina que fusiona platos de Estados Unidos y México sin ortodoxias, con resultados que dan saliva y una mano excelente (el cocinero es mexicano). Como un poo’boy, picante bocadillo del sur de EEUU en el que la ostra rebozada sustituye a la habitual gamba, o una doble smash burger junto a una langosta en la mantequilla. La coctelería, marca de la casa, es magnífica.
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  • Leche de Tigre

    Leche de Tigre, con el cocinero peruano Dieter Westphalen al frente, tiene una carta que resume de forma modélica la enorme cocina peruana: encontraréis desde la influencia nikkei –los cebiches son muy variados y excelentes, hasta la china, pasando por un buen piqueo criollo–suculenta mezcla de entrantes– y, sobre todo, la cocina popular. No se nos ocurre ningún sitio mejor para zamparse a gusto especialidades como un lomo saltado –ternera salteada al wok, con patatas fritas y arroz– y disfrutar de una barra de coctelería peruana que es de las mejores de la ciudad.
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  • Casa Ràfols

    Un urbanita necesita dos cosas: buena comida y una ferretería. En Casa Ràfols ahora solo está lo primero; pero de 1911 a 2013 fue una ferretería, con la particularidad de que su sótano ejerció de comedor clandestino durante la Guerra Civil. En 2019, se convirtió en el restaurante que el sótano soñaba. Y ha merecido la pena; ya no hay caracoles ni llaves Allen, pero su magnífica cocina catalana, con elaboraciones cien por cien caseras y hechas desde cero, te dejan fino y bien arreglado, con platos como sardinas marinadas en casa o pulpo a la parrilla con Parmentier.
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  • Cafè del Centre

    Esta joya modernista puede presumir de ser el café en activo más antiguo de la ciudad: ¡desde 1873! Y la buena noticia es que ahora es un gran restaurante gracias a La Confiteria, expertos en restauración de locales con caché. La primorosa regeneración de la madera y el espacio –una barra de 1960, pinturas de Martí Teixidó...– se corresponden con una carta a cargo del chef Víctor Ferrer, llena de cocina catalana suculenta, de buen producto y juguetona. No os perdáis joyitas como las crestas de butifarra negra, el cogote de cerdo guisado (¡cocochas porcinas!) o un fenomenal rosbif con chimichurri picante.
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  • Xemei

    A pocos restaurantes les pega tanto el apelativo de clásico moderno. Cuando abrió el Xemei de los gemelos venecianos Colombo, la comida italiana en Barcelona era casi sinónimo de pasta a la boloñesa y pizza. Gracias a ellos, descubrimos que la cocina transalpina es un universo de sabores rotundos, y qué son las sarde in saor o el bacalao mantecato. Pasan los años, y ellos afinan la búsqueda del producto perfecto y el lugar mantiene todo su encanto: el ambiente de taberna vintage, la hiperactividad de los xemei, las camareras que hablan por los codos y unos platos buoni, buoni, buoni.
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  • Bodega Bonay

    El chef Giacomo Hassan define la identidad culinaria de la Bodega Bonay –un templo de los vinos naturales, con 200 referencias– de la mejor forma posible: con la mínima manipulación de un producto excelente. Su cocina es mediterránea y de estricta temporalidad, y la ejecución de enunciados de platos aparentemente sencillos (ternera a la brasa con ensalada) cambia las expectativas: siempre porque Hassan potencia su sabor, nunca para traicionar su esencia. Comer aquí es realizar un viaje de creatividad tranquila por todo el arco mediterráneo, de Marruecos a Italia, pasando por Barcelona.
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  • Comida Codac

    Aquello no era una pipa, y eso no es un restaurante. No cómo los conoces. Comida Codac es una galería gastronómica en la que Miquel Coulibaly crea y exhibe/sirve sabores y texturas por temporadas. Todo conceptualizado desde cero: nada de lo que comeréis aquí existía antes. Ni fusiona cocinas ni hace trampantojos: os llegará a la mesa una colección de once platos (colección larga) u ocho (corta) en las que plasma los sabores y texturas que les pasan por la cabeza. Como un merengue de bacalao o unos prepostres de musgo verde. Arte y artesanía: no usa ningún tipo de químico o texturizante, sólo grasas y almidones naturales. Y hasta la vajilla la ha hecho el mismo. Disfrutad del viaje.
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  • Te la enviamos a casa o también la puedes recoger en PANGEA The Travel Store

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    y sábado de 11h a 19h



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